En el viaje de vuelta la misma canción se repite y se vuelve a repetir. A la tarde las palabras de Pierce y Kant se meten en la cabeza. Ruído de fondo: mis pocas ganas de ser evaluada. A la noche, despues de mucho humo inhalado, aparece el tríangulo del amor propio, el sexo y la pulsión latente. ¿Círculo vicioso de oscuros propósitos? Para nada.
Hay un alma pensante que caminando se marea y se cae. Siente, tiembla. Hace caso omiso a lo que no entiende. Mejor así.
Empiezo a ser yo, cuando dejo de serlo.
Hace 1 año
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