domingo, 5 de julio de 2009

Mueve el cielo
pero me da la mano.
Emblanquece la noche
para no dejarme morir.
No usa palabras
pero a cambio usa su cuerpo.
-Estamos envueltos- pienso-
por dentro y por fuera.
Y cada rincón que toca de mi cuerpo
es un incendio, un respiro,
un deseo que invoca a su boca.

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