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Estábamos sentados en el cordón de una vereda en el centro, en esas calles angostas y simpáticas. Ambos en silencio.
Después de un rato, pregunté porqué no emitía palabra:
"Todo es tan subjetivo que pierde valor e interés hablar de ciertos temas con otros. La gente no quiere escuchar y yo no quiero cambiar."
Yo decidí irme. Él siguió mirando el mismo punto fijo.
Hace 1 año
2 comentarios:
lo contrario del no querer escuchar es el amor...
ahí es nuestra cita, ahí es donde hay que encontrarnos.
el problema
capaz
no eran las palabras
sino que mirara el punto fijo
y no a vos
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