domingo, 12 de julio de 2009

Las manos pesadas de Victor hacian de él, el mejor constructor
y creador de abrazos. El encierro corporal daba la cálida sensación, poderosa tambíen,
de haber derrotado al tedio y esa punzación aguda sin nombre.
Hombre de espalda ancha, tes colorida, luz propia y ojos hablantes. Habitante de tierras ajenas, relator de historias y
quitapenas como pocos. Como nadie.
Una noche soñé con él y al despertar ya se había ido.
Yo me sigo hamacando en el verde lugar donde escuche sus canciones y me abrazo por última vez. Revivo su voz de forma onírica
y hablo con aquellos,
que como yo, se abrazan al vacío para encontrarlo en el punto justo en el que converge la luz y la alegría.

2 comentarios:

MC dijo...

Converge la luz, la alegría y la alergia.

^^


Un café no, tres. Decí que no me tenía que tomar un bondi onda 41 para llegar al inodoro porque sino me cagaba encima posta.

Señor Posmópolis dijo...

este mundo virtual está lleno de calor. la gente busca lazos, extender redes, crear el amor.

bienvenida a posmópolis.